porque no son del color claro
que prefiero,
ni gusté de tu risa
e incluso la odie porque me pareció
excesivamente viciosa;
y mucho menos tus manos
mejores caricias he recibido ya de otras
que sí me gustaron.
No me enamoré de ti
porque me gustaste,
jamás me sorprendí pensando en tu rostro,
que por cierto nunca recordé.
Me enamoré de ti,
por tus ideas revolucionarias,
por querer coger el mundo en una mano
y girarlo a tu antojo,
porque eras un solitario igual que yo.
por eso es que cuando mueras